martes, 2 de abril de 2013

La elocuencia de la gravedad

Herminio. Herminio camina con dificultad. Parece que arrastra el vaivén cansado del barco. Se apoya en las paredes, padece la elocuencia de la gravedad empujado hacia el horizonte. No pudieron recolectar más estrellas huidas de las fisuras del Cielo-caídas de la tripas de los dioses-el Ponto bramaba demasiado, pero las redes agarraron cientos que iban a la deriva sobre las olas. Herminio insiste en que subió a cubierta La Polar. Sus marineros rugen ebrios y se ríen de la bárbara proeza. Me dice al oído que se la llevará a su esposa y que le hará un collar para ver su Norte en la próxima marea. Herminio. Pide otra ronda y escruta el Mundo. Herminio. Herminio derrocha la alegría del regreso.
Y veo Ítaca iluminada con el destello de los Cabellos Dorados.

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