martes, 5 de noviembre de 2013

El óxido de mi ternura

A veces... me detengo a reposar el corazón. Escojo una obra de Shakespeare al azar y la abro por cualquier parte.
Me acurruco con el libro entre las manos y leo despacio, recibiendo cada palabra como un regalo, como un acto de rebelión contra la barbarie. Como toda la fuerza que necesito.
Y me doy permiso para que las lágrimas que me arden en los párpados desciendan, para que mi tórax crepite y me digo "adelante, jovencito". Y me dejo conmover. Y me vacío de pena. Y respiro profundamente.
Y descanso con una extraña serenidad que sosiega el hervidero de mis latidos. Que reconforta el óxido de mi ternura.

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