Herminio.
Herminio camina con dificultad. Parece que arrastra el vaivén
cansado del barco. Se apoya en las paredes, padece la elocuencia de
la gravedad empujado hacia el horizonte. No pudieron recolectar más
estrellas huidas de las fisuras del Cielo-caídas de la tripas de los
dioses-el Ponto bramaba demasiado, pero las redes agarraron cientos
que iban a la deriva sobre las olas. Herminio insiste en que subió a
cubierta La Polar. Sus marineros rugen ebrios y se ríen de la
bárbara proeza. Me dice al oído que se la llevará a su esposa y
que le hará un collar para ver su Norte en la próxima marea.
Herminio. Pide otra ronda y escruta el Mundo. Herminio. Herminio derrocha la alegría del
regreso.
Y veo Ítaca iluminada con el destello de los Cabellos
Dorados.
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