Un sendero.
Y el crujido agudo de las copas de los árboles mecidos por el viento. Casi mi voz quebrada, casi un gemido que quiere vibrar en el fondo de mi garganta.
Y el frío abofeteando mi rostro.
Y me detengo con los ojos acuosos.
Y la voluntad un año más.
Y el empeño.
Y el deseo de que la vida comience todos los días.
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