Y entretanto la vida va. Cualquier vicisitud enseña a reconocerse. A recapacitar. A serenarse para comprender. Y desear ser mejor persona. Respiro la Luz y aspiro a caminar sin miedo por las calles soleadas, apestar a salitre, permitir al mar su caricia mansa. Y verme en los ojos de mis seres queridos.
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