De niños saltábamos al Mar desde el puente en verano.
Y después nos caían unas broncas soberanas.
Crucé tantas veces ese puente riendo, llorando, pensando, recordando, suspirando, añorando, deseando, temiendo, hablando, corriendo, comiendo...
Recuerdo que hace unos años, una vez que volvía de la lonja,
me entró un ataque de ternura cuando me abofeteó una ráfaga de brisa y
me sumergí sin pensarlo.Luego me gustó llegar a la casita milenaria descalzo con las
sandalias en la mano. Y apestando a salitre me puse a asar las sardinas
sintiendo la firmeza de la tierra y la frescura de la hierba bajo mis
pies.Crucé tantas veces ese puente riendo, llorando, pensando, recordando, suspirando, añorando, deseando, temiendo, hablando, corriendo, comiendo...
Ya falta menos para el verano y el cénit de la Luz.
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